Como fotógrafa de comuniones, me centro en captar no sólo la alegría de los niños, sino también los lazos y emociones que se comparten en familia durante este día tan especial. Un buen reportaje debe reflejar esos pequeños momentos llenos de espontaneidad, en los que los niños se muestran tal como son, mientras disfrutan junto a sus seres queridos. Además, el entorno juega un papel esencial, aportando luz y frescura a cada imagen, y ayudando a contar la historia de un día único e irrepetible.

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Hacemos del reportaje de comunión algo más que eso, un momento para toda la familia que toma como protagonista al niño o niña. Es un recuerdo mágico, no sólo hacer la comunión, si no , disfrutar y vivir el momento todos juntos. 

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En la sesión, hay tiempo para todo. Los retratos que gustan a las abuelas, los retratos que encantan a los padres, interacción y juegos con los hermanos, un instante especial con el objeto que ellos quieran ... libertad y diversión.  La sesión dura en torno a una hora.